Seguramente Patanjali jamás imaginó que su ciencia llegaría tan lejos

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lunes, 24 de septiembre de 2012

El Opel y el samsara

Una de las ruedas traseras de mi Opel
Todo está listo para que las ruedas de mi Opel comiencen a rodar otra vez en lo que será un nuevo curso yóguico. Por supuesto, servirá para seguir diseminando por toda la región las enseñanzas de Patanjali y compañía.

La odisea continúa, el samsara sigue dando vueltas. En esta ocasión con la intención de profundizar algo más en el arte de las asanas, los mantras y las meditaciones. Parece evidente que mi ciclo samsárico particular está determinado por las revoluciones de los nuemáticos de mi coche.

Esto significa que este año recorreré alrededor de 380 kilómetros a la semana, 1520 al mes, un número ligeramente inferior al de otros años, y 13680 en total. Teniendo en cuenta la circunferencia aproximada de mis neumáticos (190 cm.) y haciendo la cuenta correspondiente, me sale que cada uno de ellos dará unos siete millones de vueltas.

A la vista de todo esto, tengo claro que mi coche se merece un descanso, aunque no sé cuándo será eso posible, y que él es el protagonista silencioso de todas mis peripecias. Si a veces creo sentirme más cerca del nirvana, es gracias al trabajo de esas llantas plateadas.

viernes, 29 de abril de 2011

Chris Stewart: entre lo mítico y lo mundano

Con Chris Stewart en Órgiva
Si Jodorowsky, como ya he comentado en otra entrada, ha sido una inspiración para que mi historia tenga ciertas resonancias míticas, Chris Stewart ha hecho lo propio para que mis peripecias yóguicas rezumen mundanidad.

Pero creo que no es una mundanidad simple y llana, porque mi intención siempre ha sido extraer de ella la mayor sabiduría posible. Filosofía mundana (también a lo Gomá) para un escenario yóguico abierto a todo el mundo. Yoga de salón (entre esterillas, cojines y mantas de pueblo), pero que rescate lo más excelso de todos nosotros.

Y es que lo sublime no tiene por qué estar reñido con lo mundano (todo forma parte de nuestro querido samsara). Ése ha sido precisamente el desafío de las tradiciones no–duales: reconciliar las cosas de este mundo (incluidos limones, loros y yoguis de barrio) con las que están más allá de él.