La tradición hindú es rica en obras
literarias imprescindibles, pero parece que todo el mérito literario se lo
concedemos a los sabios de la antigüedad o a los pocos iluminados que de vez en
cuando irrumpen en escena, o a los que consideramos iluminados.
Apelamos a las tablas de las
leyes yóguicas que ya están escritas. Y mientras tanto muy pocos hablan de su
experiencia, de su verdadera y sincera experiencia de vida a la luz del yoga. No
me refiero a lo que se debe experimentar, sino a lo que verdaderamente se
experimenta. Necesitamos un lived-yoga
que no preste demasiada atención a las rutas preestablecidas –ya casi
petrificadas- de los fundadores.
Pero las cosas parecen estar cambiando, aunque todavía eso que podemos llamar guruísmo tiene un gran peso en nuestra forma de concebir nuestra ciencia. Y sin embargo el hecho de seguir de forma incondicional, y a veces compulsiva, a un determinado gurú puede no ser suficiente. De hecho, nunca es suficiente.
Pronto dejaremos de referirnos a
ellos como la única fuente de autoridad que pueda sancionar nuestras prácticas
y posiblemente nuestros logros. Tal vez ellos mismos dejen de ser el único faro
que pueda iluminarnos en nuestro viaje hacia el Atman, porque quizá muy pronto
nuestra idea de lo que es el Atman cambie de forma irreversible.
Estamos entrando en la era del
mindfulness y de la espiritualidad 3.0. El propio espíritu dejará de ser un
lugar al que ir para convertirse en una experiencia que compartir. ¿Por qué no
poner sobre la mesa los descubrimientos yóguicos personales para ver qué es lo
que realmente compartimos?
Sigue pesando la práctica y el
pensamiento de que la práctica es lo más importante. Eso aún delata nuestro
compromiso con los cánones tradicionales. Pero aquí de lo que se trata, más que
de práctica y de los pormenores de la misma, es de ver qué pasa realmente por
dentro y de saber comunicarlo a los demás sinceramente.
Y así
llegamos a la fenomenología. Desde luego, no vamos a tirar los mapas del
espíritu tradicionales, pero quizá tendríamos que apostar por tratar de abrir
nuevas rutas en el océano de la conciencia. Encabezar expediciones pioneras
requiere probablemente un gran esfuerzo, pero cuando nuestras ideas de lo que
es la conciencia y el espíritu se caigan por su propio peso no tendremos más
remedio que hacerlo. Y entonces Los
Discípulos seguirán estando ahí.