Seguramente Patanjali jamás imaginó que su ciencia llegaría tan lejos

domingo, 30 de octubre de 2011

Espiritualidad creativa

Sin duda. Los Discípulos son, por encima de todo, un ejercicio de creatividad espiritual. Y, sólo por eso, sobrepasan, y creo que con mucho, a la gran masa de libros sobre yoga que pueden encontrarse en el mercado.

Porque se alejan deliberadamente de la literalidad de los grandes tratados y de las grandes lecciones, y porque invitan a mirar con nuevos ojos la milenaria ciencia de Patanjali. Nada de asanas petrificadas ni de serios yoguis ascéticos.

Los Discípulos van mucho más allá de todo eso y, con la bandera de la creatividad espiritual por delante, quieren desmarcarse en muchos aspectos de lo que podemos llamar tradicional, de lo tradicional del yoga.

Creatividad versus tradicionalismo. Ése es el debate que quieren inaugurar. Se trata, ni más ni menos, de explorar los caminos que nos conduzcan a una espiritualidad verdaderamente moderna dentro del contexto del propio yoga. Porque lo espiritual probablemente se define (se crea) a cada instante.

Los textos tradicionales, por supuesto, son una referencia para todos, pero no pueden ser la única en un mundo de cambio incesante y de innovación permanente. Del yoga de escuela al yoga de autor, de las autoridades tradicionales a la autoridad interior que echa raíces en el contexto vital de cada uno.

lunes, 17 de octubre de 2011

Iniciación por cuenta propia

Creo que necesitamos justamente eso, que nosotros mismos nos saquemos nuestras propias castañas del fuego, y tanto en el yoga como en la literatura. Los Discípulos son una apuesta clara por esto.

No olvido las protocolarias iniciaciones de la tradición gurukula (maestro-discípulo), pero pienso que ya es hora de que el maestro interno salga a pasear un rato y hable con su propia voz, porque a buen seguro tiene mucho que decir.

Desde luego, siempre necesitaremos referencias externas y escuchar a los expertos en yoga que tengan más experiencia que nosotros. Sin embargo, deseo resaltar que nuestra vida yóguica es única, original y tiene un gran valor, y nunca carece de una sabiduría innata.

El mundo literario es otro cantar, y más en los tiempos que corren. Como no sea uno el que se promocione, me temo que hay poco que hacer. No creo que haya nada definitivo sobre la forma de editar y vender un libro. Así pues, marquemos nuestro propio estilo, iniciémonos con nuestras propias formas, démonos nuestros propios nombres, grabemos en nuestro ajna chakra la impronta genuina de nuestro propio carácter.

lunes, 10 de octubre de 2011

Más yoguis, menos toreros

Coincidimos. Yo y el Viti, según muchos uno de los más grandes toreros que han parido las Españas. El Viti: La leyenda aparece una semana antes que Los Discípulos. Éstos hablan de mis viajes semanales por la tierra del matador diseminando semillas yóguicas originales.

Pero mi faena es diferente. Tiene algo de arte; o mucho, según se mire. Los taurinos también hablan de arte y de cultura, aunque no sé si podremos rescatar sus formas para construir otras culturas más altas. En cualquier caso, me siento feliz después de haber colocado mi particular estocada en el corazón del Campo Charro.

Coincidimos, pero Los Discípulos no pueden hacerle sitio al toreo, c’est la vie, aunque en muchas situaciones hayan tenido que echar mano de muletazos para templar y mandar, y aunque se escuchen rumores de toreros yoguis.

En otras cosas tampoco coincidimos. Mientras algunos libreros ya han mandado a Los Discípulos a sus almacenes, hasta hace poco aún podía verse a SM en los escaparates. ¿Por qué han de ser los referentes de la tauromaquia más valiosos para la cultura librera que los del yoga genuino?

domingo, 2 de octubre de 2011

El síndrome del lomo

Los Discípulos están comenzando a padecer el “síndrome del lomo” (sólo visible el lomo del libro en algún remoto estante de las librerías; o lo que es peor, ya en el almacén, ni siquiera a la vista del público). Ante esto, creo que se hace necesaria una reacción.

Redoblo mis esfuerzos de marketing. Esto supone unas dos horas diarias de media (¿cuánto tiempo más habrá que invertir?) frente al ordenador: enviar y contestar e-mails, navegar en la blogosfera literaria y en la yogasfera tratando de encontrar posibles interesados en el libro, etc.

Se me pasan por la cabeza todo tipo de cosas: desde recorrer librerías con el chiringuito a cuestas (a lo Eloy Moreno), visitar centros de yoga en los que el libro pueda estar presente (ardua tarea), contactar con famosos que puedan darme una opinión sobre el libro (preferiblemente de la esfera literato-yóguica), hasta publicar el libro en Amazon en formato digital (una opción no demasiado lejana).

Si hacerse un hueco en el mundo de la literatura es cuestión de codos, los míos, que son bastante puntiagudos, no van a dejar de intentarlo. De momento, tenemos dos posibles presentaciones en el horizonte: Majadahonda y Salamanca (de nuevo).