Ésa es la tónica dominante. Todos se quejan (al menos los salmantinos). No se venden libros. Y de esa forma, el pesimismo respecto a todo lo que rodea al mundo editorial se hace dueño de la situación. Pero si ni siquiera los libreros recomiendan nuestros trabajos, ni apuestan por nosotros (cierto que es casi imposible debido a la avalancha de novedades que les invade cada semana), ¿quién lo va a hacer?
Decididamente voy a tener que pasearme por las librerías con mi cartel de 90 x 50. A ver si así… Felicito a Bohindra y a Rerum Natura por haber hecho una reseña del libro en sus webs (que les imiten otros). No estoy obsesionado (aún) con la visibilidad, pero un poco más de presencia y de entusiasmo no estaría mal.
Estrategias para re-encantar el mundo de los libreros, que no de los libros (¿perdieron su encanto alguna vez?), un mundo y un mercado que, recordémoslo, se mueve al ritmo de los regímenes económicos imperantes. Desgraciadamente, en ellos, como en casi todas las cosas, dominan las macrosuperficies libreras (físicas o virtuales).
Así pues, sería fantástico que pudiéramos toparnos con libreros que apuesten por nosotros. Su labor también es muy importante, demasiado importante, y no deberían permitir que nuestros libros, creados con todo el amor y toda la dedicación del mundo, terminen perdidos y olvidados en algún rincón de sus estanterías.