Profundizar en el yoga. Pero, ¿en qué yoga, en el yoga de manual o en el yoga de autor?
He de confesar, aunque parezca lo contrario, que yo no he profundizado demasiado en el primero. La técnica es importante, sí; los cursos específicos, enriquecerse con diferentes estilos, asistir a clases con maestros de renombre, empaparse aquí y allá de una u otra doctrina.
Ni siquiera he profundizado demasiado en alguna otra tradición espiritual. Sólo he circunvalado los extensos perfiles de algunas de ellas, atracado en muy pocas de sus incontables costas. Y es que me atraen los horizontes poco trillados, las aguas desconocidas, los mares sin nombre.
Creo que, en esencia, la espiritualidad que trato de vivir no depende demasiado de profundizar más o menos en la tradición yóguica. Se trata más bien de captar desde otros ángulos sus interminables e inextinguibles tesoros. Y esa es una mirada creativa y, en la misma vena, espiritual como cualquier otra.
Quizá tan legítima y tan profunda como la que uno pueda adquirir a través de los grandes maestros de todas esas tradiciones, en sus doctrinas y en sus filosofías. Las corrientes tradicionales son importantes, sí; pero ahora necesitamos que alguien hable en nombre de los aventureros espirituales anónimos. Y ese es el blues que Los Discípulos pretenden interpretar.
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